Cuánta más belleza, más fuera del tiempo y de la pena, más inmortales.

12 septiembre 2017

L.A. Confidential


“Mi pequeño mundo se ensanchaba y las fotografías de vacaciones contribuyeron a ese fin.”
Cartier Bresson


No puedes pretender la cuadratura del círculo y que tras recorrer más de 20.000 Km. en el aire (más de veinte interminables horas metida en un avión) y 3.000 Km. por carretera entre ida, circuito y vuelta, no tengas que lidiar con un cansancio sideral potenciado por un yet lag atroz. Como decía mi padre: la vida del turista es muy dura, más no importa, viajar es una pasión, conocer la Costa Oeste de Estados Unidos un privilegio.




Los Ángeles (LA), ciudad fundada por españoles con poco premonitorio nombre de Pueblo de, Ntra. Sra. Reina de los Ángeles, era lugar ineludible en la ruta por la Costa Oeste americana y punto de llegada y partida de los vuelos con España, pero no era una ciudad que deseara conocer, por lo que el espacio que le voy a dedicar será breve. LA es sencillamente tremenda, cabría decir que mastodóntica (con una extensión 1.500 Km2 y un perímetro de más de 500 Km. es la segunda ciudad más grande de los EE.UU), diseminada, con muchos entornos distintos (las colinas, el valle, la playa) pero sin zonas “céntricas”, sin vida, si exceptuamos una pequeña zona de rascacielos: el Downtown. Debido a su inmensidad, LA me pareció un barrio gigantesco y me preguntaba, vale ¿y ahora, dónde queda la ciudad?; una ciudad inhabitable según el concepto urbano de la vieja Europa, anónima, anodina, impersonal; no vi más que una multitud de casas, innumerables barrios e inmensas avenidas en las que el tráfico es un infierno y donde la gente (que no sabe lo que es pasear) coge el coche hasta para ir al servicio. No me pareció que hubiese lugares demasiado interesantes, a excepción de los museos, algunos rascacielos imponentes, las palmeras y la playa de Santa Mónica (de la que hablaré en otro momento). En la gran metrópoli todo gira en torno al cine y a la televisión: actores, anuncios, lugares e historias, que –para mi gusto- no superan el plano de la anécdota, acaso porque soy poco mitómana. Las distancias (mi hotel en el céntrico Downtown quedaba a 19 Km. del céntrico Hollywood Boulevard) aconsejaban conocerla en el autobús –turístico- que también te acerca a la playa de Santa Mónica: Aquí estudió el actor fulano, en este hotel se conocieron el director de cine mengano y el actor zutano e hicieron la película perengana (el Hotel Four Season, el director: Quentin Tarantino, el actor: John Travolta, la película: Pulp Fiction) en este Hotel vivió Marylin Monroe y en aquella casa la encontraron muerta, a este lado está la tienda de diseñadora tal, hija del Beattle cual, al otro lado el restaurante donde se comió una hamburguesa Brad Pitt, en aquél club tocaban The Doors cuando no eran conocidos, allá, el Ayuntamiento, les sonará si vieron la película de Spiderman, aquí están los estudios de la tal, más allá  los de cual, en frente la comisaría de policía d Beverly Hills, allí las famosas letras blancas de Hollywood que en principio fueron el anuncio de una urbanización, y bla bla bla… Así todo.




















A esta foto la llamo Red Room, es el pasillo del Hotel de LA en el que me alojé, se llama Millenium (en su interior se rodaron Vertigo, New York, New York, King Kong, Los cazafantasmas, El guardaespaldas, Independence day, etc) pero a mí ese pasillo me recordaba la terrorífica película “El resplandor”,… en cualquier momento podrían aparecer las gemelas.









Si vas a los Ángeles, es obligado visitar la explanada del Teatro Chino Grasman, una espectacular sala de cine donde se celebran fastuosos estrenos y todo un icono de Hollywood desde que fue inaugurada en los años veinte. Cuentan que una actriz, de cuyo nombre no puedo acordarme ahora, durante un estreno tuvo la feliz metedura de pata (literal) de pisar el cemento fresco que había a la entrada del teatro (es tontería preguntarse por qué había cemento fresco, jeje) lo que proporcionó la idea a su dueño de que los grandes astros de Hollywood plasmaran sus huellas en la explanada, convirtiendo el lugar en un foco de atracción de turistas y amantes del cine. Junto al Chino, está el teatro Dolby (antes llamado Kodac), en el que se entregan los Oscar de la Academia, y justo delante, en Hollywood Boulevard, se encuentra el Paseo de la Fama de Hollywood, las losas están sembradas de estrellas de famosos, lo que explica que Donald Trump también tenga la suya (no por ser el presidente, claro) sino por algún tema relacionado con su contribución a la televisión.  








Esta imagen me devuelve el recuerdo del momento en el que comprobé, con sorpresa y alegría que Meryl Streep y yo tenemos las manos idénticas (en tamaño) así como los pies (me descalcé y los puse sobre su huella, calza un 40, jajaja, tampoco ella es Cenicienta)… Algunas personas despiertan en ti la admiración, el talento de esta mujer la despertó en mí viéndola dar vida a personajes espléndidos con portentosa naturalidad. Sin duda es una de mis actrices favoritas de toda la historia del cine, me fascina cada vez que vuelvo a verla en una de sus películas, es como si fuera la primera vez, y confieso que también me fascina particular fisonomía y su forma de sonreír. Su delicada mezcla de fuerza y fragilidad siempre me han hecho sentir una cierta conexión con ella que me resulta difícil de precisar, incluso me decían que teníamos un cierto aire o parecido.

Tuve la osadía de medirme con mi estrella favorita, y fue un gustazo comprobar que sí, que tenían razón, que nos parecemos: ¡En las palmas de las manos y las plantas de los pies!  

05 septiembre 2017

HORIZONTES SALVAJES EN EL SUAVE VERANO



Y cada verano
que entres en el océano
me disfrazaré de ola
y te daré un revolcón.
Y así que ya sabes
que todo el resto del año
eclipsaré tus secretos
como astuto cazador


(Mari Trini)


Y llega ese ansiado primer día de vacaciones. Estás tumbada en decúbito supino, entretenida en divisar un trozo de cielo bajo una sombrilla de paja, cierras un ojo: sombrilla, abres el otro: cielo, abres los dos: sombrilla y cielo y vuelta a empezar… Entornas los párpados y ves a Morfeo bajarse de una nube antropomórfica, que pasaba lejana, y acercarse a ti para mecerte en sus brazos. Escuchas absorta el rumor de las olas que se revuelcan lujuriosas en la arena recordando la letra de la canción de tu paisana. Es la hora de la siesta, has buscado el lugar más alejado de la gente, y los más cercanos también dormitan en sus respectivas tumbonas. Sientes la caricia de una brisa cálida y una sensación de anestesia fulminante: duermes plácidamente. Eso creías hasta que unas voces cada vez más estridentes se enzarzan en animado parloteo. Se hallan justo detrás de ti. Venciendo una infinita pereza te das la vuelta para otear de dónde proceden los horrísonos graznidos de las cacatúas. Confirmas: son dos inglesas las encargadas de destrozar la magia de la siesta playera. Para colmo la conversación va in crescendo. Tímidamente te incorporas de la tumbona haciéndoles ver que estás allí y que deberían de dar por finalizado semejante dislate o al menos bajar la voz. Te concentras en el sonido del agua que te calma, pero es inútil…Te levantas de nuevo, te das la vuelta y las fulminas con la mirada, pero ni te miran y siguen impasibles en animada charla. ¡Viva el brexit!, piensas mientras te desesperas. Al rato, ya sin poder contener tu irritación te pones de pie, te tapas los oídos en un gesto significativo y acto seguido pones el dedo índice sobre tus labios pidiendo silencio con un sonoro: Pssssssssssssssss, y lo repites: Psssssssssssssssss, Please, Pssssssssssss… Las cacatúas se tornan definitivamente tus enemigas y te miran con la misma expresión de inquina con la que tú las miras, y en ese preciso instante… en ese instante, te das cuenta de que eres una botella de gaseosa, has acumulado tanta presión que si te agitas un poco más te van a salir burbujas por las orejas. Acaso el problema seas tú, estás demasiado irascible, that is the question, repasas en tu olvidado inglés. Al fin callan. Respiras profundamente.

En breve tú también te vas a ir con la música a otra parte, a California y, al menos, deberías responder a esta pregunta: ¿Qué se te ha perdido en Estados Unidos? Nada, no se te ha perdido nada en un país donde el presidente se pasea con un gato albino sobre la cabeza. Con su maravilloso sentido del humor Eduardo Mendoza decía que aspiraba a lo mismo que don Alonso Quijano: correr mundo, tener amores imposibles y deshacer entuertos. Yo también aspiro a correr mundo, sobre todo a correr mundo, ese mundo grande incierto e inseguro que solemos señalar en el mapa a larguísima e inequívoca distancia de nuestro terruño. Esta vez no ha sido la inspiración de un arroz negro (como cuando fui a Japón) ni la vieja y deliciosa canción “California Dream”, en realidad no ha existido un motivo inspirador, ese material con que se forjan los sueños, tan sólo ese deseo quijotesco de ver mundo, reafirmado hasta el infinito y más allá por la futilidad de dejar pasar oportunidades que mañana, quizás pasado, pueden desvanecerse ante una desafortunada casualidad, un suceso de cualquier índole; el no estar en condiciones, una enfermedad… Puede que el mañana nos traiga eso que dicen; “lo mejor está por venir”, ahora bien, también puede ser que mañana un rayo te parta la vida a traición truncando tus proyectos y aquello que dejaste para mañana... Amigos me lo han recordado; mi querido compañero y, sin embargo, amigo XX, sufría paradas cardiacas sin saberlo sin apenas percibir más que una fugaz pérdida de conciencia. Ahora lleva  un marcapasos, de no haber detectado el problema a tiempo una de esas paradas le habría causado una muerte súbita. Mi queridísima, mi mejor amiga, XY, se debate contra una agresiva y descorazonadora enfermedad cuyo tratamiento es igualmente agresivo. Sólo me permitieron visitarla en el Hospital unos minutos, antes de irme de viaje. 
 
Me dejaré deslumbrar por los Estados Unidos, California: San Francisco, Yosemite, Mono Lake, Las Vegas, Death Valley, Grand Canyon, Los Ángeles, Santa Mónica. Cuando vuelva de Estados Unidos escribiré mis impresiones personales e intransferibles, me apetece hacerlo, llevaba tiempo sin ganas de escribir pero siempre que vuelvo de un viaje siento que ya no soy la misma.


Ya he vuelvo, jajajajaja