No les quedaba pan en la cafetería-confitería donde desayuno todas las mañanas así que me pedí el café con leche a palo seco, sin compañía de la espartana y saludable tostada de pan con tomate. Me esperaba una larga y desagradable jornada de trabajo y un día es un día ¡qué caray! así que sucumbí a la tentación de pedir un croissant recién hecho. Mientras lo paladeaba y miraba el periódico escuché que alguien le decía a alguien: Hoy es el día mundial de la felicidad. Y me hizo gracia porque por un instante yo sentía que la estaba paladeando; una mezcla inusual y cálida, que sabía a mantequilla.
Por la tarde, tras confirmar mis peores temores y tener una desafortunada y aciaga jornada de trabajo, dormitando entre siesta y siesta, me pareció escuchar en televisión que alguien que le decía a alguien: Hoy es el día mundial del gorrión. Lo primero que me vino a la cabeza fue este blog.
¿Existe el día mundial del gorrión?... Olé. El gorrión, tan señorial, tan frágil, tan pequeño, pero con esa imponente pose de seguridad. Se lo merece… ¡Tener un día! Los gorriones son seres mucho más educados y exquisitos que la mayoría de la gente que conozco. Siempre que veo un gorrión me paro a mirar sus enternecedores saltitos, y cómo toda su naturaleza gravita al margen de todo, especialmente de los humanos, seguramente para ellos, los más incomprensibles de todos.
Asociar la felicidad a los gorriones, el mismo día, me parece espectacular. No sé si es que soy una sentimental, o que he tenido un mal día, o si alguien va a tener razón y es que voy de rebelde!