El amor es la respuesta, pero mientras
lo esperas el sexo plantea algunas preguntas bastante interesantes
.
Woody Allen (no podía ser otro)
Hace poco me preguntaba una amiga
si merecía la pena ir al cine a ver “50 sombras
de Grey” No he leído la novela porque no es literatura (creo que es mala
literatura, como mucho, entretenida) y no iré a ver la película porque no es cine.
Leer la trilogía o ver la película me da tanta pereza que casi me produce
fatiga. Pero a raíz de esta pregunta, me he informado sobre el argumento (leer en
Wikipedia y ver el tráiler) y aunque no debería opinar de algo que no visto ni
leído, no puedo escapar a la tentación de hacerlo, al igual que hace el líder
de Podemos cuando dice eso de: “No me fío de los políticos que hacen promesas.
Eso sí, os prometo una cosa…”
Me resulta muy difícil condensar
en palabras lo que entiendo por seducción pero intentaré describirla brevemente.
Una historia de seducción es una historia de conquista en la que puede suceder
(y sucede) cualquier cosa. La seducción hace desplegar la sensualidad, que los
sentidos disfruten hasta el mínimo segundo en una permanente invitación al
placer. La seducción es un halo del que emana la fascinación, el magnetismo y la
fuerza de una atracción contagiosa. Así pues, una historia de seducción, ni
siquiera en la ficción, podría funcionar con el vendedor del puesto de
periódicos, o con el fontanero que viene a casa y te tira de espaldas con el
sudor, ni con tu compañero de oficina que nunca supiste porqué guarda unos calzoncillos
en el cajón; ninguno de ellos podría sacar de paseo a tu diosa interior, y si por
añadidura te arrea un sopapo, en un siempre hipotético escarceo, lo único que
va a despertar en ti es a tu monstruo interior y los deseos de responder al
masculino dominante con un bate de béisbol. Una historia de seducción con un trasfondo
de sadomasoquismo sólo puede ser creíble en la ficción novelesca, como es el
caso de las sombras de Grey, con un efebo atractivo y –sobre todo-
de una fortuna arrebatadora. Pero yo siempre he sentido aversión por las
historias prefabricadas de amor, sexo y lujo; historias de laboratorio, a las
que se van añadiendo ingredientes también prefabricados que, al final, te lo
venden como producto original, sin espacio para que tú pongas la imaginación,
porque la imaginación es el producto. Y sin embargo ahí está el mayor éxito
editorial de la historia, entre otras razones, gracias a una gran promoción
comercial y a frases como: “Es un libro escrito por una mujer para mujeres” “Millones
de lectores a los que les ha cambiado la vida 50 sombras de Grey”.
La literatura es en sí misma una
entelequia que ofrece múltiples sendas, infinidad de variantes en un mundo de
palabras, ideas y sueños. Puede ser un juego inocente o un arma peligrosa, un
vacuo entretenimiento o un arma trascendental. Un libro puede, incluso, ayudarte a conocerte a ti
mismo. Así que es importante saber muy bien qué libro eliges.